Estoy empeorando

Hoy acompañe una compañera de mi Magíster a un matrimonio. Pilar, una mujer hermosa, loca (en buena) y transparente. La novia tenia 14 entre hermanos y hermanas. Habían 4 parejas de hermanos gemelos. El padre no tenia esperma, tenias un sistema de reproducción en serie. 15 hijos son muchos, no se puede tratar una madre como si fuera una maquina. Con quince hijos o eres martir, héroe o opus. Cuando se armó el show, las corbatas fueron cubiertas de bling bling. Hasta aparecieron gorros. Todos se lo pusieron. El reggaeton era imperioso, y arriba del escenario, ochos hermanas perreaban de la puta madre. Pilar me avisa de la presencias de Pablo Longueria. Justo donde estaban los huasos encargados de la comida, se lucia el senador de la República. Bailaba cumbia, pendiente de su cuello: un bling bling. Pensé que soy mal profesional. Tendría que tener mi cámara. Observo el senador que, hasta cuando baila hace política, y me acuerdo de su pretensión de ser presidente. Tío, pocas palabras: no tienes la cámara! No mas! Tenia razón; era mejor volver a el expectación de las ochos hermanas. El tiempo vuela y los wiskies también. Hubieron baile, risas y conversaciones temporales. No mas de dos minutos. Como cuando una fuga tiene su climax. Así fue la despedida del senador: arriba del escenario, con gorro, lente de sol, varios Bling bling. Perreando junto a las hermanas. Pensé otra vez en mi cámara. Me sentí looser, no había otra manera de mirarlo. Pilar se perdió el show, estaba conversando mas allá, yo lo vi y vosotros no, sin embargo crean me, fue increíble. Eso significa que si un senador baila reggaeton hay un futuro para todos. Que bueno que el senador se la pasó bien. También.